No hay ninguna acción o reacción que se produzca en el ser humano ya sea por un estímulo interno o externo, por más pequeño o volátil que sea, que no tenga sus consecuencias en nuestra vida. Los pensamientos, las emociones, las intenciones, las sensaciones, los actos, lo tangible y lo intangible, influyen siempre de alguna manera en nuestra mente, cuerpo y espíritu.
El ser humano es un gran sistema holístico, que está compuesto por el diseño de millones de diferentes máquinas moleculares complejas, cada una con funciones específicas que responde a una serie de instrucciones genéticas, que se ensamblan en una secuencia precisa, formando una gran estructura funcional e inteligente.
Dicho en otras palabras, las personas somos la suma de todas sus partes, SOMOS UN TODO, hasta nuestros pensamientos desembocan en emociones que pueden alterar para bien o para mal muestro organismo.
Ya lo estableció Aristóteles (Estagira, Grecia - 384 a 322 a.C.) cuando dijo que el hombre está compuesto por cuerpo, y alma, que no pueden existir en forma separada, constituyendo el individuo, que será hombre cuando la forma de su alma sea racional, es decir, el hombre es un animal que tiene logos, que puede razonar.
Durante el proceso de la vida = el proceso del envejecimiento, los seres humanos usamos el raciocinio, que es la facultad de pensar, que distingue y singulariza a la especie humana.
Cómo funciona el pensamiento
Al hablar de pensamiento normalmente hacemos referencia a una
función mental. Según numerosos autores la actividad mental tiene como base
fundamental la actividad neuronal.
Por ello una primera respuesta sencilla sería
que el pensamiento se produce gracias a la actividad neuronal (la capacidad de
producir sinopsis). Sin embargo, la situación no es tan sencilla ya que a las
prioridades de comunicación de la neurona hay que sumar otra muy importante que
es la de la plasticidad. Esto significa que las neuronas establecen verdaderos
circuitos eléctricos los que, en base a la genética y a la experiencia, se van
modificando a lo largo de toda la vida. Este concepto fundamental nos permite
explicar los fenómenos de aprendizaje y memoria, así como también comprender
por qué nuestros pensamientos van cambiando a partir de nuestra
experiencia.
Se podría
afirmar que en nuestro cerebro existen tres tipos de neuronas:
a) las que
participan en todas las funciones sensoriales (visión, audición, tacto, gusto y
olfato) denominadas neuronas sensoriales.
b) las que
participan en la ejecución de los movimientos, claves a la hora de estudiar el
comportamiento. Estas son las neuronas motoras.
c) y
finalmente las más numerosas de todas, son las neuronas que participan en el
procesamiento de la información sensorial, en el almacenamiento de la
información, y en la planificación de conductas o respuestas. Estas
neuronas son fundamentales en el proceso de elaboración del pensamiento, tal
vez mucho más que las sensoriales o las motoras y se ubican en la corteza
cerebral.
Cuando recibimos cualquier información, la
mente en milésimas de segundo, hace una evaluación, creando un pensamiento
consciente o inconsciente. Si el pensamiento es positivo, recibiremos una emoción positiva, y
si por el contrario es negativo, la emoción será negativa, pero sin el pensamiento no hay
emoción. Ya lo decía René Descartes "cogito ergu sum", "pienso luego existo".
No hay ninguna acción o reacción que se produzca en el ser humano ya sea por un estímulo interno o externo, por más pequeño o volátil que sea, que no tenga sus consecuencias en nuestra vida. Los pensamientos, las emociones, las intenciones, las sensaciones, los actos, lo tangible y lo intangible, influyen siempre de alguna manera en nuestra mente, cuerpo y espíritu.
El ser humano es un gran sistema holístico, que está compuesto por el diseño de millones de diferentes máquinas moleculares complejas, cada una con funciones específicas que responde a una serie de instrucciones genéticas, que se ensamblan en una secuencia precisa, formando una gran estructura funcional e inteligente.
Dicho en otras palabras, las personas somos la suma de todas sus partes, SOMOS UN TODO, hasta nuestros pensamientos desembocan en emociones que pueden alterar para bien o para mal muestro organismo.
Ya lo estableció Aristóteles (Estagira, Grecia - 384 a 322 a.C.) cuando dijo que el hombre está compuesto por cuerpo, y alma, que no pueden existir en forma separada, constituyendo el individuo, que será hombre cuando la forma de su alma sea racional, es decir, el hombre es un animal que tiene logos, que puede razonar.
Durante el proceso de la vida = el proceso del envejecimiento, los seres humanos usamos el raciocinio, que es la facultad de pensar, que distingue y singulariza a la especie humana.
Al hablar de pensamiento normalmente hacemos referencia a una
función mental. Según numerosos autores la actividad mental tiene como base
fundamental la actividad neuronal.
Por ello una primera respuesta sencilla sería
que el pensamiento se produce gracias a la actividad neuronal (la capacidad de
producir sinopsis). Sin embargo, la situación no es tan sencilla ya que a las
prioridades de comunicación de la neurona hay que sumar otra muy importante que
es la de la plasticidad. Esto significa que las neuronas establecen verdaderos
circuitos eléctricos los que, en base a la genética y a la experiencia, se van
modificando a lo largo de toda la vida. Este concepto fundamental nos permite
explicar los fenómenos de aprendizaje y memoria, así como también comprender
por qué nuestros pensamientos van cambiando a partir de nuestra
experiencia.
Se podría
afirmar que en nuestro cerebro existen tres tipos de neuronas:
a) las que
participan en todas las funciones sensoriales (visión, audición, tacto, gusto y
olfato) denominadas neuronas sensoriales.
b) las que
participan en la ejecución de los movimientos, claves a la hora de estudiar el
comportamiento. Estas son las neuronas motoras.
c) y
finalmente las más numerosas de todas, son las neuronas que participan en el
procesamiento de la información sensorial, en el almacenamiento de la
información, y en la planificación de conductas o respuestas. Estas
neuronas son fundamentales en el proceso de elaboración del pensamiento, tal
vez mucho más que las sensoriales o las motoras y se ubican en la corteza
cerebral.
Cuando recibimos cualquier información, la
mente en milésimas de segundo, hace una evaluación, creando un pensamiento
consciente o inconsciente. Si el pensamiento es positivo, recibiremos una emoción positiva, y
si por el contrario es negativo, la emoción será negativa, pero sin el pensamiento no hay
emoción. Ya lo decía René Descartes "cogito ergu sum", "pienso luego existo".
Pero ¿qué son las emociones?
Las emociones son reacciones
psicofisiológicas que representan modos de adaptación a ciertos estímulos
del individuo cuando percibe un objeto, persona, lugar, suceso o recuerdo
importante. Psicológicamente, las emociones alteran la atención,
hacen subir de rango ciertas conductas guía de respuestas del
individuo y activan redes asociativas relevantes en la memoria. Los sentimientos son
el resultado de las emociones, son más duraderos en el tiempo y pueden
ser verbalizados (palabras). Fisiológicamente, las emociones
organizan rápidamente las respuestas de distintos sistemas biológicos,
incluidas las expresiones faciales, los músculos, la voz,
la actividad del Sistema Nervioso Autónomo y la del Sistema Endocrino, pudiendo tener como
fin el establecer un medio interno óptimo para el comportamiento más efectivo. Los diversos
estados emocionales son causados por la liberación de neurotransmisores (o
neuromediador) u hormonas, que luego convierten estas emociones en sentimientos
y finalmente en el lenguaje. Conductualmente, las emociones sirven para
establecer nuestra posición con respecto a nuestro entorno, y nos impulsan
hacia ciertas personas, objetos, acciones, ideas y nos alejan de otros.
En psicología se define como aquel sentimiento o percepción de
los elementos y relaciones de la realidad o la imaginación, que
se expresa físicamente mediante alguna función fisiológica, e incluye
reacciones de conducta como la agresividad o el llanto. Las emociones
tienen una función adaptativa de nuestro organismo a lo que nos rodea. Es un
estado que sobreviene súbita y bruscamente, en forma de crisis más o menos
violentas y más o menos pasajeras.
Las emociones son reacciones
psicofisiológicas que representan modos de adaptación a ciertos estímulos
del individuo cuando percibe un objeto, persona, lugar, suceso o recuerdo
importante. Psicológicamente, las emociones alteran la atención,
hacen subir de rango ciertas conductas guía de respuestas del
individuo y activan redes asociativas relevantes en la memoria. Los sentimientos son
el resultado de las emociones, son más duraderos en el tiempo y pueden
ser verbalizados (palabras). Fisiológicamente, las emociones
organizan rápidamente las respuestas de distintos sistemas biológicos,
incluidas las expresiones faciales, los músculos, la voz,
la actividad del Sistema Nervioso Autónomo y la del Sistema Endocrino, pudiendo tener como
fin el establecer un medio interno óptimo para el comportamiento más efectivo. Los diversos
estados emocionales son causados por la liberación de neurotransmisores (o
neuromediador) u hormonas, que luego convierten estas emociones en sentimientos
y finalmente en el lenguaje. Conductualmente, las emociones sirven para
establecer nuestra posición con respecto a nuestro entorno, y nos impulsan
hacia ciertas personas, objetos, acciones, ideas y nos alejan de otros.
En psicología se define como aquel sentimiento o percepción de
los elementos y relaciones de la realidad o la imaginación, que
se expresa físicamente mediante alguna función fisiológica, e incluye
reacciones de conducta como la agresividad o el llanto. Las emociones
tienen una función adaptativa de nuestro organismo a lo que nos rodea. Es un
estado que sobreviene súbita y bruscamente, en forma de crisis más o menos
violentas y más o menos pasajeras.
Fisiología de las emociones
Las emociones ponen en
alerta a todo el organismo para que funcione como un todo y pueda responder
a los retos de la vida activando múltiples respuestas cardiovasculares,
esqueletomusculares, neuroendocrinas y del sistema nervioso autónomo.
Según Damasio (1994, 1999, 2000), la
ocurrencia de un proceso emocional se inicia, bien con la
percepción de un objeto o situación, bien con el recuerdo de ese objeto o
situación; en ambos casos, el resultado es la activación de los núcleos del
troncoencéfalo, el hipotálamo y la amígdala. Luego, estas estructuras liberan
hormonas de varios tipos en la corriente sanguínea, que se dirigen, por una
parte, hacia diversas zonas del propio cuerpo, y por otra parte, hacia
distintas zonas cerebrales.
Al mismo tiempo, estas estructuras envían, de modo simultáneo,
señales electroquímicas mediante neurotransmisores, por una parte, hacia las
glándulas adrenales, que liberarán hormonas con repercusión posterior en el
cerebro, y, por otra parte, hacia otras regiones cerebrales, tales como la
corteza, el tálamo, y los ganglios basales, con lo cual se modificará el estado cognitivo y la
forma de procesar la información.
No es de extrañar, por tanto, que cuando experimentamos una emoción, se evidencien diferentes cambios corporales, teniendo en cuenta
que algunos de estos cambios son comunes a varias emociones diferentes.
Así, por ejemplo, ante una situación de peligro que active la
respuesta de huida, el corazón late rápida y fuertemente para bombear más
sangre al cerebro y los músculos, la respiración se acelera para aumentar la
oxigenación, las pupilas se dilatan para aumentar el campo visual, los
intestinos se vacían (diarreas o vómitos) para hacernos más ligeros a la hora
de correr, etc.
Si la respuesta activada es de lucha, se liberan sustancias que
ayudan a coagular la sangre más fácilmente por si se producen heridas, los
músculos se tensan para entrar en acción, lo que puede dar lugar a temblores y
contracturas…
El mapa
corporal de las emociones
En un reciente
estudio finlandés, (Nummenmaa, Glerean, Hari
y Hietanen, 2013) pidieron a 701 participantes de diversas nacionalidades
que señalaran en un dibujo de una figura humana las zonas del cuerpo que se
activaban al sentir determinado estado emocional y en otra figura, las zonas en
que sentían menos activación, mediante un código de colores (colores
cálidos = activación, fríos = desactivación). Para ello les presentaron
palabras, historias, películas y expresiones faciales que representaban 6
emociones básicas o primarias
(enojo, miedo, asco, felicidad, tristeza y sorpresa) y 7 secundarias o
complejas (recogidas en la imagen inferior).
Los resultados obtenidos en este
experimento confirmaron que somos capaces de ubicar en diferentes áreas
de la anatomía corporal las variaciones en el estado emocional, independientemente de la nacionalidad del sujeto.
Con los resultados obtenidos, se elaboró
el siguiente “Mapa corporal de emociones” publicado en
la revista Proceedings of the National Academy of Sciences:
La mayoría de las emociones básicas están asociadas con sensaciones de alta
actividad en la zona alta del pecho, que corresponde a cambios en la
respiración y ritmo cardíaco.
De igual modo, casi
todas las emociones generaron cambios en el área de la cabeza, lo que sugiere
la importancia de la zona de la cara (activación de la musculatura facial,
cambios en la sonrisa, lacrimación, o la temperatura de la piel).
Las sensaciones en el aparato digestivo y alrededor de la
garganta estaban presentes en el asco. En contraste con las demás
emociones, la
felicidad activa prácticamente todo el cuerpo, dando la sensación de
“plenitud”. En
contrapartida, en
la depresión el cuerpo parece desactivado y sugiere un “vacío” que se concentra
en el tórax.
En el amor y el enojo se ven reflejadas las
extremidades, tal vez porque en ese momento se está listo para abrazar o
golpear. En la ansiedad, la energía está concentrada desde el tronco
hasta la cabeza, mientras que las extremidades permanecen inactivas.
Los autores del estudio sugieren que la
evidencia del papel que juega el cuerpo en el proceso emocional, nos puede
ayudar a entender los cambios en los estados de ánimo, así como servirnos de biomarcadores de los trastornos
emocionales.
Estados emocionales negativos
Los estudios sobre la vida emocional constituyen una importante
fuente de conocimiento acerca de la influencia que tienen las
emociones sobre los estados de bienestar y/o malestar de los individuos.
El carácter universal y adaptativo de las emociones -tanto
positivas como negativas- ha sido destacado por diversos autores
y tradiciones teóricas. En el caso de la ansiedad, la depresión
y la ira se trata de reacciones emocionales básicas que se
caracterizan por una experiencia afectiva desagradable, malestar
subjetivo y alta activación fisiológica, las cuales se conocen como
“emociones negativas”. Numerosos hallazgos de investigación
han confirmado la influencia negativa de este tipo de emociones
sobre la salud. Ver estudio
“Las emociones se regulan en el sistema límbico del cerebro. Allí,
funciona ese cerebro primitivo del que emergen las sensaciones de manera
impulsiva”, - explica Leonardo Palacios, neurólogo de la Universidad
del Rosario.
“Sin embargo, la corteza cerebral que lo cobija
–lóbulo frontal– las controla para evitar que actuemos como fieras”.
Según el psiquiatra
Jorge Forero, presidente del Instituto para el Desarrollo de la Salud Emocional, “cuando se manifiestan los problemas
emocionales, ocurren cambios a nivel del sistema nervioso central que tienen
acción directa sobre el corazón, la respiración y otros órganos.” “Cuando una
persona está tensionada –continúa Forero–, se activa el eje hipotálamo-hipófisis-suprarrenal, que estimula la
producción de sustancias como las catecolaminas, que elevan la presión arterial
y la frecuencia cardiaca, y disminuyen la irrigación sanguínea en algunas
áreas, hasta convertirse en un factor de riesgo para la salud cardiovascular y
cerebral, entre otros”.
En cambio las positivas
–explica Palacios– “han demostrado ser
saludables, pues disminuyen los niveles de las hormonas del estrés (cortisol y
adrenalina).
La risa y la alegría mejoran el aparato cardiovascular. Las personas con
buen ánimo y sentimientos de optimismo soportan mejor las enfermedades y son
menos propensas a padecer depresión”, afirma el experto.
Reírse, por ejemplo, activa 400 de los 650 músculos del cuerpo; no en
vano, quienes se ríen intensamente sienten más apetito, pues las carcajadas
tienen un efecto similar al del ejercicio físico moderado. Además, según un
estudio de los doctores Lee Berk y Stanley Tan, de la Universidad Loma Linda
(California), la risa reduce las hormonas del estrés y mejora la función del
sistema inmunológico, pues genera endorfinas, llamadas hormonas del bienestar.
Reír, incluso, es un predictor de la longevidad
Sentimientos negativos
Así mismo, una investigación del Centro Médico de la Universidad de
Maryland (EE.UU.) demostró, en el 2005, que las arterias de las personas con
infarto al miocardio, sometidas a situaciones que generaban buen humor, crecían
hasta un 30 por ciento su diámetro. Las negativas, por el contrario, dice
Palacios, aumentan el riesgo de enfermedad cerebrovascular, de cáncer y de
padecer condiciones mentales como fobias, ansiedad, depresión, trastornos de la
alimentación y disfunción sexual.
El colon irritable, por ejemplo, es un problema emocional, pero muchos
lo entienden como un mal netamente físico “y
pierden tiempo y plata en tratamientos médicos que, muchas veces, no dan
resultado”, dice Forero.
También las migrañas, los trastornos de ansiedad, las fobias, ataques de
pánico y la fibromialgia (dolor prolongado en todo el cuerpo) pueden tener como
causa el estrés, mal moderno de la humanidad.
Según la terapeuta holística Margarita Sierra “cuando alguien tiene dificultad para solucionar sus problemas a nivel
psicológico o emocional, aparece un estado de preocupación o ansiedad,
irritabilidad, ira, miedo o tristeza, que puede producir un aumento de la
frecuencia cardiaca, problemas digestivos, alergias, dolor de cabeza, sensación
de falta de aire, sudoración, tensión alta o baja. Cualquier situación
emocional que permanezca en el tiempo, sin resolver, se convierte en una toxina
para el organismo, que afecta gravemente la salud”.
“Por tal motivo,
puntualiza la experta, canalizar y
liberar las emociones negativas permite gozar de una buena salud emocional y
recuperar el bienestar físico.”
La vibración y las emociones
Se ha
demostrado que las emociones tienen una frecuencia vibratoria. Según ciertos estudios sólo
existen dos emociones que los seres humanos pueden experimentar: Miedo y Amor.
El resto de las emociones son derivadas directa o indirectamente de éstas dos.
El miedo tiene una larga y lenta frecuencia vibratoria, mientras que el amor
tiene una rápida y alta frecuencia.
Existen
64 códigos posibles de aminoácidos en la estructura de nuestro ADN compuestas
de cuatro elementos, Carbono, Oxígeno, Hidrógeno y Nitrógeno. Por lógica todos
deberíamos tener los 64 códigos activados dentro de la estructura de nuestro
ADN. Sin embargo, actualmente sólo tenemos activos 20 códigos. De todas estas
64 posibilidades, parece que sólo 20 de estos códigos están activados en este
momento, por eso los 20 aminoácidos.
Existe
un interruptor que apaga y enciende donde esos códigos se sitúan, y ese
interruptor que los apaga y enciende es lo que llamamos EMOCIONES. Esta es la
primera vez que vemos el patrón de las emociones vinculadas física y
directamente con el material genético humano.
El
Miedo es una onda larga y lenta de emociones y toca relativamente pocos puntos
de este ADN, por lo tanto, un individuo viviendo con Miedo está limitado al
número de antenas que tiene disponible. Mientras que un individuo viviendo en
el patrón de Amor, toca más puntos del ADN ya que su frecuencia es mas alta con
una onda mas corta y tiene más sitios potenciales para codificación a lo largo
de este patrón genético.
Los autores del estudio sugieren que la
evidencia del papel que juega el cuerpo en el proceso emocional, nos puede
ayudar a entender los cambios en los estados de ánimo, así como servirnos de biomarcadores de los trastornos
emocionales.
Estados emocionales negativos
Los estudios sobre la vida emocional constituyen una importante
fuente de conocimiento acerca de la influencia que tienen las
emociones sobre los estados de bienestar y/o malestar de los individuos.
El carácter universal y adaptativo de las emociones -tanto
positivas como negativas- ha sido destacado por diversos autores
y tradiciones teóricas. En el caso de la ansiedad, la depresión
y la ira se trata de reacciones emocionales básicas que se
caracterizan por una experiencia afectiva desagradable, malestar
subjetivo y alta activación fisiológica, las cuales se conocen como
“emociones negativas”. Numerosos hallazgos de investigación
han confirmado la influencia negativa de este tipo de emociones
sobre la salud. Ver estudio
“Las emociones se regulan en el sistema límbico del cerebro. Allí,
funciona ese cerebro primitivo del que emergen las sensaciones de manera
impulsiva”, - explica Leonardo Palacios, neurólogo de la Universidad
del Rosario.
“Sin embargo, la corteza cerebral que lo cobija
–lóbulo frontal– las controla para evitar que actuemos como fieras”.
Según el psiquiatra
Jorge Forero, presidente del Instituto para el Desarrollo de la Salud Emocional, “cuando se manifiestan los problemas
emocionales, ocurren cambios a nivel del sistema nervioso central que tienen
acción directa sobre el corazón, la respiración y otros órganos.” “Cuando una
persona está tensionada –continúa Forero–, se activa el eje hipotálamo-hipófisis-suprarrenal, que estimula la
producción de sustancias como las catecolaminas, que elevan la presión arterial
y la frecuencia cardiaca, y disminuyen la irrigación sanguínea en algunas
áreas, hasta convertirse en un factor de riesgo para la salud cardiovascular y
cerebral, entre otros”.
En cambio las positivas
–explica Palacios– “han demostrado ser
saludables, pues disminuyen los niveles de las hormonas del estrés (cortisol y
adrenalina).
La risa y la alegría mejoran el aparato cardiovascular. Las personas con
buen ánimo y sentimientos de optimismo soportan mejor las enfermedades y son
menos propensas a padecer depresión”, afirma el experto.
Reírse, por ejemplo, activa 400 de los 650 músculos del cuerpo; no en
vano, quienes se ríen intensamente sienten más apetito, pues las carcajadas
tienen un efecto similar al del ejercicio físico moderado. Además, según un
estudio de los doctores Lee Berk y Stanley Tan, de la Universidad Loma Linda
(California), la risa reduce las hormonas del estrés y mejora la función del
sistema inmunológico, pues genera endorfinas, llamadas hormonas del bienestar.
Reír, incluso, es un predictor de la longevidad
Sentimientos negativos
Así mismo, una investigación del Centro Médico de la Universidad de
Maryland (EE.UU.) demostró, en el 2005, que las arterias de las personas con
infarto al miocardio, sometidas a situaciones que generaban buen humor, crecían
hasta un 30 por ciento su diámetro. Las negativas, por el contrario, dice
Palacios, aumentan el riesgo de enfermedad cerebrovascular, de cáncer y de
padecer condiciones mentales como fobias, ansiedad, depresión, trastornos de la
alimentación y disfunción sexual.
El colon irritable, por ejemplo, es un problema emocional, pero muchos
lo entienden como un mal netamente físico “y
pierden tiempo y plata en tratamientos médicos que, muchas veces, no dan
resultado”, dice Forero.
También las migrañas, los trastornos de ansiedad, las fobias, ataques de
pánico y la fibromialgia (dolor prolongado en todo el cuerpo) pueden tener como
causa el estrés, mal moderno de la humanidad.
Según la terapeuta holística Margarita Sierra “cuando alguien tiene dificultad para solucionar sus problemas a nivel
psicológico o emocional, aparece un estado de preocupación o ansiedad,
irritabilidad, ira, miedo o tristeza, que puede producir un aumento de la
frecuencia cardiaca, problemas digestivos, alergias, dolor de cabeza, sensación
de falta de aire, sudoración, tensión alta o baja. Cualquier situación
emocional que permanezca en el tiempo, sin resolver, se convierte en una toxina
para el organismo, que afecta gravemente la salud”.
“Por tal motivo,
puntualiza la experta, canalizar y
liberar las emociones negativas permite gozar de una buena salud emocional y
recuperar el bienestar físico.”
Se ha
demostrado que las emociones tienen una frecuencia vibratoria. Según ciertos estudios sólo
existen dos emociones que los seres humanos pueden experimentar: Miedo y Amor.
El resto de las emociones son derivadas directa o indirectamente de éstas dos.
El miedo tiene una larga y lenta frecuencia vibratoria, mientras que el amor
tiene una rápida y alta frecuencia.
Existen
64 códigos posibles de aminoácidos en la estructura de nuestro ADN compuestas
de cuatro elementos, Carbono, Oxígeno, Hidrógeno y Nitrógeno. Por lógica todos
deberíamos tener los 64 códigos activados dentro de la estructura de nuestro
ADN. Sin embargo, actualmente sólo tenemos activos 20 códigos. De todas estas
64 posibilidades, parece que sólo 20 de estos códigos están activados en este
momento, por eso los 20 aminoácidos.
Existe
un interruptor que apaga y enciende donde esos códigos se sitúan, y ese
interruptor que los apaga y enciende es lo que llamamos EMOCIONES. Esta es la
primera vez que vemos el patrón de las emociones vinculadas física y
directamente con el material genético humano.
El
Miedo es una onda larga y lenta de emociones y toca relativamente pocos puntos
de este ADN, por lo tanto, un individuo viviendo con Miedo está limitado al
número de antenas que tiene disponible. Mientras que un individuo viviendo en
el patrón de Amor, toca más puntos del ADN ya que su frecuencia es mas alta con
una onda mas corta y tiene más sitios potenciales para codificación a lo largo
de este patrón genético.
Video: El efecto ADN
fantasma - Gregg Braden
Geólogo jefe de Philips Petroleum, ingeniero y diseñador
de sistemas aeroespaciales, es un científico conocido por
unir el mundo de la espiritualidad con el de la Ciencia.
unir el mundo de la espiritualidad con el de la Ciencia.
Fuentes:
El impacto de las emociones en el cuerpo
Wikipedia
¿Cómo se produce el pensamiento en el cerebro?
La ira, una toxina mortal
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